Vaya palabra mas extraña,miringotomía, es la incisión que se realiza en el tímpano para drenar, lo que haya detrás del mismo.
En mi caso fue moco acumulado durante el invierno, de todos los catarros y otitis de repetición, lo que hicieron que no oyera bien, y tuviera un retraso en el lenguaje, ya a punto de cumplir 3 años, apenas decía palabras sueltas y nos remitieron al otorrino, alli te hacen una prueba de audición, que en el caso de niños tan pequeños, es a través de un programa informático, al niño se le ponen unos cascos, tiene que estar dormido, (para ello tendremos que despertar al pequeño a sobre las 4 ó las 5 de la mañana y aguantarle despierto hasta que leguenos a la consulta)y va emitiendo sonidos, cada vez de más decibelios, y se va reflejando mediante curvas como vibra el tímpano en cada caso.
Si se ve que el niño no oye bien, a través de la interpretación de estas curvas, y se ve moco detrás del timpano lo mas seguro que nos programen para esta intervención, que aunque es muy sencilla, precisa en el caso de los pequeños de anestesia general, y de las pruebas correspondientes( analitica completa, ECG) en mi caso no se le hizo Rx de toráx, pero eso será siempre algo a valorar por el anestesista.
La intervención consiste, en hacer una pequeña incisión en el tímpano , aspirar el moco y dejar si el médico estima oportuno un drenaje de 6 meses a 1año, que puede caerse solo , pero que sino es asi habrá que ir de nuevo a qurófano para extraerlo.
Normalmente se puede ingresar el mismo dia de quirófano, se le cogerá una via venosa, y poco más como la anestesia , suele ser leve , podrá comenzar a tolerar a las 2 horas del quirófanio y si todo va bien irse a casa a ultima hora de la mañana ó primera de la tarde.
Los cuidados postquirófano , son que no le entre agua, para ello, si es verano hay unos tapones de silicona que te los realizan ya en las opticas, a medida, que queda sellado el conducto auditivo, pero para ello tu pequeño tiene que estar sin llorar ó mover poco la mandibula, mientras se lo hacen.los mismos tapones puedes usarlos para bañarle, aunque en su defecto puedes ponerle tapones de gasa impregnada con vaselina.
Los primeros dias pueden tener dolor , para ello están los calmantes y antiinflamatorios, y ten en cuenta que el calor seco también ayuda al dolor de oidos, para ello puedes usar los sacos de semillas, que se calientan en el microoondas, siempre asegurándote que no quemen.
Datos personales
- Pilar
- A mis lectores/as, me gustaría que me escribierais y me contárais, si os va sirviendo de algo este blog, para mejorarlo en lo posible, gracias. Hola , soy mamá y diplomada universitaria en enfermeria,he creado este blog para compartir contigo la experiencia de ser madre, espero que te sirva de apoyo en esta nueva etapa de tu vida.Si quieres ponerte en contacto conmigo mándame un mail, te contestaré. taipikala@gmail.com
domingo, 26 de septiembre de 2010
Estreñimiento en el Recien nacido
Es un problema, que resulta muy incómodo para el pequeño, porque cuando lleva un dia sin realizar deposición, él no se encuentra a gusto, no comerá bien, aparte de los típicos cólicos del recien nacido (que duran hasta los 4 meses aproximadamente).
Dicen que con la lactancia materna ocurre con menor frecuencia, pero el caso es que a mi con mi segundo bebé, me ocurrió. Empezamos con tomar eupeptina , pero no nos sirvió de mucho,seguía siendo muy irregular, y lo único eran los masajes abdominales en el sentido de las agujas del reloj, y la estimulación anal, que no se recomienda, pero cuando ya se han agotado otras vias, hay que hacerlo, siempre lubricando el ano para no producir lesiones, y masajeando a la vez el abdomen. También están los supositorios de glicerina para lactantes, que los puedes tener en el frigorifico para que no se deshagan al tocarlos.
Pero lo que mejor resultado me dió por lo menos en mi caso que le daba lactancia materna, fue tomarme a diario un kiwi, y zumos de naranja, asi fuimos tirando hasta que pudo empezar a tomar cereales , que le ayudó mucho, en el mercado hay unos que son integrales, y son los que estoy utilizando.También al empezar a moverse el bebé ayuda al ritmo intestinal, y cuando empezó con los purés , la introducción de espinacas, y semillas de sésamo, ayudó bastante.También probé a darle zumo de naranja natural cuando lo pudo tomar a partir de los 6 meses más o menos pero no le funcionaba mucho, también probé con ciruelas pasas, hidratarlas y luego tritutarlas, pero no le era muy efectivo.
Dicen que con la lactancia materna ocurre con menor frecuencia, pero el caso es que a mi con mi segundo bebé, me ocurrió. Empezamos con tomar eupeptina , pero no nos sirvió de mucho,seguía siendo muy irregular, y lo único eran los masajes abdominales en el sentido de las agujas del reloj, y la estimulación anal, que no se recomienda, pero cuando ya se han agotado otras vias, hay que hacerlo, siempre lubricando el ano para no producir lesiones, y masajeando a la vez el abdomen. También están los supositorios de glicerina para lactantes, que los puedes tener en el frigorifico para que no se deshagan al tocarlos.
Pero lo que mejor resultado me dió por lo menos en mi caso que le daba lactancia materna, fue tomarme a diario un kiwi, y zumos de naranja, asi fuimos tirando hasta que pudo empezar a tomar cereales , que le ayudó mucho, en el mercado hay unos que son integrales, y son los que estoy utilizando.También al empezar a moverse el bebé ayuda al ritmo intestinal, y cuando empezó con los purés , la introducción de espinacas, y semillas de sésamo, ayudó bastante.También probé a darle zumo de naranja natural cuando lo pudo tomar a partir de los 6 meses más o menos pero no le funcionaba mucho, también probé con ciruelas pasas, hidratarlas y luego tritutarlas, pero no le era muy efectivo.
miércoles, 25 de agosto de 2010
Las 8 claves de la Felicidad Infantil
1. Ser amable: los niños amables experimentan mayores niveles de satisfacción y energía, se vuelven más cariñosos y agradables y gozan de estabilidad en su ámbito social (colegio fundamentalmente). No en vano, varios estudios han demostrado que en la edad adulta la amabilidad y la inteligencia son los rasgos más relevantes que se tienen en cuenta a la hora de buscar pareja en cualquier cultura.
2. Dar las gracias: los niños que desarrollan su actitud de reconocimiento y gratitud hacia las cosas que poseen entienden lo habitual como un regalo que además, favorece la estabilidad mental y enriquece su crecimiento en el entorno familiar. Cuando se muestra respeto por las cosas que hacen por nosotros, valoramos también lo importantes que somos para el grupo generando un sentimiento de pertenencia y seguridad dentro de la comunidad.
3. Positivismo: los niños educados en una interpretación positiva del mundo son más seguros y creen más en sí mismos. Las personas positivas tienen un mayor control de su mente y las interpretaciones que ésta haga de la realidad son fundamentales para definir la calidad de vida percibida y alcanzar la plena felicidad. En la edad adulta el positivismo ayuda a encontrar oportunidades (a nivel personal y laboral) y enfocar las soluciones de manera más directa. Además, suelen ser personas generosas, persistentes y responsables que se deprimen menos y tienden a ser enormemente apreciadas en sus círculos sociales debido a la empatía y energía que genera esta actitud.
4. No etiquetar: las etiquetas limitan y perjudican el desarrollo de la identidad del niño. “Eres un niño malo” o “vaya niña más llorona” son descripciones que se utilizan cuando los pequeños reiteran sus actitudes y que predisponen al niño a moldear su actitud para encajar en este perfil. La mejor manera de desarrollar la felicidad en la infancia es tratarles como si fuesen lo que deberían ser para convertirles en lo que potencialmente pueden ser: no debemos cometer el error de etiquetarle como si el ser malo fuese algo inherente en el niño y que no se puede cambiar, de esta forma sólo conseguiremos que el niño se habitúe al adjetivo y que lo viva como “yo soy así, y por tanto no lo voy a cambiar”. Podemos establecer como alternativa: “Eres un niño bueno pero te estás portando mal”, focalizando hacia la actividad concreta que hace mal.
5. No dramatizar: cuanto antes comencemos a educar a los niños para que le den a las cosas su justo valor, mejor diferenciarán y aprenderán a distinguir los rasgos realmente importantes de la vida. En ocasiones, se ve como hay padre que dramatiza porque su hijo ha suspendido un examen, cuando hay una recuperación posterior donde puede superarse a sí mismo, y no le damos importancia a conductas que sí se debe extinguir, como pegar a sus hermanos o a otros niños, insultar o faltar al respeto.
6. Logro personal: los niños son un 49% más felices si consiguen sus objetivos por méritos propios. Los psicólogos utilizan el principio de Restricción de Privilegios (ordenador, móvil), para provocar la reacción de normalización por parte del niño “consentido”, que aparece tras reacciones iniciales de rabia del niño y resistencia de los padres ante la eliminación de objetos cotidianos, muchos padres lo verbalizan como “hace mucho tiempo que no veía a mi hijo tan tranquilo.” Desde que son bebés hasta la adolescencia, los niños sufren de manera creciente en los últimos años el “síndrome de niño insaciable”, donde sus actitudes desembocan en problemas de personalidad y conducta, provocando aislamiento, marginalidad e insatisfacción personal.
“Cada vez los hijos tienen más de más cosas y no por ello podemos afirmar que son más felices, es más, podemos afirmar que cuando les faltan ciertas cosas que ellos han llegado a considerar imprescindibles, como el móvil o el ordenador, sus reacciones de rabia son intensas.
Además, en general cuantas más cosas tienen los hijos, más cosas quieren por la progresión insaciable que supone el tener frente a la gran demanda que existe hoy día. Y llega un momento en que los padres se encuentran incapaces de proporcionar más satisfacción. Los padres no se sienten más satisfechos porque ven que no disminuye el grado de exigencia en los hijos, aumenta el grado de inconformismo y disminuye la dedicación a actividades que requieren esfuerzo y que quizá son menos gratificantes a corto plazo, como estudiar o ayudar en tareas propias de casa”, subraya Silvia Álava.
7. Autonomía: los niños desarrollan su independencia del entorno paterno conforme van creciendo, esto potencia su autoestima y su confianza en sí mismos. Dejar que juegue solo o que realice algunas tareas del hogar sencillas es también una manera de educar en la igualdad. Se trata de favorecer una correcta autonomía en el niño que le haga más feliz y más seguro. También es bueno dejar que el niño esté enfadado en algunos momentos, los padres tienden a “salvar” a sus hijos de cualquier sufrimiento pero esto limita su independencia y capacidad de experimentar sus sentimientos. No es malo sentirse triste a veces.
8. Inteligencia emocional: es muy importante educar al niño para que desarrolle estas habilidades, esto es, aprenda a controlar y regular sus emociones para resolver los problemas de manera pacífica. Esto genera tranquilidad y armonía en el carácter de los pequeños: las emociones son buenas, y los niños reaccionan de una forma física ante ellas, produciendo por elementos bioquímicos generados por el cerebro que ayudan a detectar si hay peligro, a protegernos del daño, a superar nuestros miedos, etc. Adecuando a cada edad para saber qué habilidades hay que desarrollar en cada etapa, los niños desarrollan su conocimiento individual personal, su identidad, su autoestima y determina en gran medida el éxito en la vida adulta.
Por edades:
· Desde el nacimiento hasta los 2 años: Las experiencias infantiles impregnadas de afecto pasan a formar parte de la personalidad a través de la memoria, aprende a andar y a hablar y su mundo se expande.
· Desde los 2 años: entran en su mundo las miradas ajenas, disfrutan al ser mirados con cariño. A partir de ahora cobra gran fuerza educativa la satisfacción ante el elogio o ante las muestras de aprobación de aquellos a quien él aprecia.
· Hacia los 7- 8 años nos convertimos en actores y jueces: reflexión y libertad. Y aparecen el orgullo y la vergüenza aunque no haya público.
· Hacia los 10 años pueden integrar sentimientos opuestos. Empieza a darse cuenta de que los sentimientos deben controlarse.
La felicidad es algo subjetivo, que tiene dos componentes, el afectivo, (la experiencia de experimentar emociones positivas), y el cognitivo, (sentirse satisfecho uno mismo con su propia vida).
Sólo un 10% de la felicidad depende de las circunstancias externas, y aunque la capacidad para ser feliz es algo innato, está en nuestra mano incrementarla. Poseemos un increíble potencial de mejora de la dicha y el bienestar que depende exclusivamente de nuestros actos y pensamientos, y podemos trabajar con los niños para que aprendan a ser más felices desde pequeños.
Factores que influyen en la felicidad:
Exterior: es todo aquello que nos rodea y tiene que ver con las necesidades reales y ficticias de las personas, las compras, los caprichos, etc. También tiene que ver con el trabajo, la salud y el amor.
Genética: hasta un 50% de nuestra predisposición a ser felices es heredada, depende de nuestros genes.
Uno mismo: otro 40% de la felicidad depende de nosotros mismos à desde la infancia a la madurez podemos aprender a ser felices desarrollando una serie de aptitudes.
Para más información:
Edelman: 91 556 01 54
Silvia Movellán: silvia.movellan@edelman.com
Yrene Cuadrado: yrene.cuadrado@edelman.com
1. Ser amable: los niños amables experimentan mayores niveles de satisfacción y energía, se vuelven más cariñosos y agradables y gozan de estabilidad en su ámbito social (colegio fundamentalmente). No en vano, varios estudios han demostrado que en la edad adulta la amabilidad y la inteligencia son los rasgos más relevantes que se tienen en cuenta a la hora de buscar pareja en cualquier cultura.
2. Dar las gracias: los niños que desarrollan su actitud de reconocimiento y gratitud hacia las cosas que poseen entienden lo habitual como un regalo que además, favorece la estabilidad mental y enriquece su crecimiento en el entorno familiar. Cuando se muestra respeto por las cosas que hacen por nosotros, valoramos también lo importantes que somos para el grupo generando un sentimiento de pertenencia y seguridad dentro de la comunidad.
3. Positivismo: los niños educados en una interpretación positiva del mundo son más seguros y creen más en sí mismos. Las personas positivas tienen un mayor control de su mente y las interpretaciones que ésta haga de la realidad son fundamentales para definir la calidad de vida percibida y alcanzar la plena felicidad. En la edad adulta el positivismo ayuda a encontrar oportunidades (a nivel personal y laboral) y enfocar las soluciones de manera más directa. Además, suelen ser personas generosas, persistentes y responsables que se deprimen menos y tienden a ser enormemente apreciadas en sus círculos sociales debido a la empatía y energía que genera esta actitud.
4. No etiquetar: las etiquetas limitan y perjudican el desarrollo de la identidad del niño. “Eres un niño malo” o “vaya niña más llorona” son descripciones que se utilizan cuando los pequeños reiteran sus actitudes y que predisponen al niño a moldear su actitud para encajar en este perfil. La mejor manera de desarrollar la felicidad en la infancia es tratarles como si fuesen lo que deberían ser para convertirles en lo que potencialmente pueden ser: no debemos cometer el error de etiquetarle como si el ser malo fuese algo inherente en el niño y que no se puede cambiar, de esta forma sólo conseguiremos que el niño se habitúe al adjetivo y que lo viva como “yo soy así, y por tanto no lo voy a cambiar”. Podemos establecer como alternativa: “Eres un niño bueno pero te estás portando mal”, focalizando hacia la actividad concreta que hace mal.
5. No dramatizar: cuanto antes comencemos a educar a los niños para que le den a las cosas su justo valor, mejor diferenciarán y aprenderán a distinguir los rasgos realmente importantes de la vida. En ocasiones, se ve como hay padre que dramatiza porque su hijo ha suspendido un examen, cuando hay una recuperación posterior donde puede superarse a sí mismo, y no le damos importancia a conductas que sí se debe extinguir, como pegar a sus hermanos o a otros niños, insultar o faltar al respeto.
6. Logro personal: los niños son un 49% más felices si consiguen sus objetivos por méritos propios. Los psicólogos utilizan el principio de Restricción de Privilegios (ordenador, móvil), para provocar la reacción de normalización por parte del niño “consentido”, que aparece tras reacciones iniciales de rabia del niño y resistencia de los padres ante la eliminación de objetos cotidianos, muchos padres lo verbalizan como “hace mucho tiempo que no veía a mi hijo tan tranquilo.” Desde que son bebés hasta la adolescencia, los niños sufren de manera creciente en los últimos años el “síndrome de niño insaciable”, donde sus actitudes desembocan en problemas de personalidad y conducta, provocando aislamiento, marginalidad e insatisfacción personal.
“Cada vez los hijos tienen más de más cosas y no por ello podemos afirmar que son más felices, es más, podemos afirmar que cuando les faltan ciertas cosas que ellos han llegado a considerar imprescindibles, como el móvil o el ordenador, sus reacciones de rabia son intensas.
Además, en general cuantas más cosas tienen los hijos, más cosas quieren por la progresión insaciable que supone el tener frente a la gran demanda que existe hoy día. Y llega un momento en que los padres se encuentran incapaces de proporcionar más satisfacción. Los padres no se sienten más satisfechos porque ven que no disminuye el grado de exigencia en los hijos, aumenta el grado de inconformismo y disminuye la dedicación a actividades que requieren esfuerzo y que quizá son menos gratificantes a corto plazo, como estudiar o ayudar en tareas propias de casa”, subraya Silvia Álava.
7. Autonomía: los niños desarrollan su independencia del entorno paterno conforme van creciendo, esto potencia su autoestima y su confianza en sí mismos. Dejar que juegue solo o que realice algunas tareas del hogar sencillas es también una manera de educar en la igualdad. Se trata de favorecer una correcta autonomía en el niño que le haga más feliz y más seguro. También es bueno dejar que el niño esté enfadado en algunos momentos, los padres tienden a “salvar” a sus hijos de cualquier sufrimiento pero esto limita su independencia y capacidad de experimentar sus sentimientos. No es malo sentirse triste a veces.
8. Inteligencia emocional: es muy importante educar al niño para que desarrolle estas habilidades, esto es, aprenda a controlar y regular sus emociones para resolver los problemas de manera pacífica. Esto genera tranquilidad y armonía en el carácter de los pequeños: las emociones son buenas, y los niños reaccionan de una forma física ante ellas, produciendo por elementos bioquímicos generados por el cerebro que ayudan a detectar si hay peligro, a protegernos del daño, a superar nuestros miedos, etc. Adecuando a cada edad para saber qué habilidades hay que desarrollar en cada etapa, los niños desarrollan su conocimiento individual personal, su identidad, su autoestima y determina en gran medida el éxito en la vida adulta.
Por edades:
· Desde el nacimiento hasta los 2 años: Las experiencias infantiles impregnadas de afecto pasan a formar parte de la personalidad a través de la memoria, aprende a andar y a hablar y su mundo se expande.
· Desde los 2 años: entran en su mundo las miradas ajenas, disfrutan al ser mirados con cariño. A partir de ahora cobra gran fuerza educativa la satisfacción ante el elogio o ante las muestras de aprobación de aquellos a quien él aprecia.
· Hacia los 7- 8 años nos convertimos en actores y jueces: reflexión y libertad. Y aparecen el orgullo y la vergüenza aunque no haya público.
· Hacia los 10 años pueden integrar sentimientos opuestos. Empieza a darse cuenta de que los sentimientos deben controlarse.
La felicidad es algo subjetivo, que tiene dos componentes, el afectivo, (la experiencia de experimentar emociones positivas), y el cognitivo, (sentirse satisfecho uno mismo con su propia vida).
Sólo un 10% de la felicidad depende de las circunstancias externas, y aunque la capacidad para ser feliz es algo innato, está en nuestra mano incrementarla. Poseemos un increíble potencial de mejora de la dicha y el bienestar que depende exclusivamente de nuestros actos y pensamientos, y podemos trabajar con los niños para que aprendan a ser más felices desde pequeños.
Factores que influyen en la felicidad:
Exterior: es todo aquello que nos rodea y tiene que ver con las necesidades reales y ficticias de las personas, las compras, los caprichos, etc. También tiene que ver con el trabajo, la salud y el amor.
Genética: hasta un 50% de nuestra predisposición a ser felices es heredada, depende de nuestros genes.
Uno mismo: otro 40% de la felicidad depende de nosotros mismos à desde la infancia a la madurez podemos aprender a ser felices desarrollando una serie de aptitudes.
Para más información:
Edelman: 91 556 01 54
Silvia Movellán: silvia.movellan@edelman.com
Yrene Cuadrado: yrene.cuadrado@edelman.com
Talleres para educar en la Felicidad
centros COMERCIALES de diferentes comunidades autónOmas se unen en un proyecto que DESCUBRE LAS CLAVES DE LA FELICIDAD INFANTIL El 40% de la felicidad se atribuye a lo que hacemos y a lo que pensamos Los niños son un 49% más felices si consiguen sus objetivos por méritos propios Madrid, 20 de mayo de 2010 -
Cinco centros comerciales, pertenecientes a Sonae Sierra, de diferentes ciudades españolas se han unido en la iniciativa “Proyecto Felicidad” para descubrir cuáles son las claves de la felicidad en la infancia. Este proyecto arranca hoy en Pinto, Madrid, en el Centro Comercial Plaza Éboli y, durante los meses de mayo y junio, viajará por los centros comerciales Parque Principado en Asturias, Valle Real en Cantabria, Max Center en Vizcaya y Dos Mares en Murcia.
La psicóloga infantil Silvia Álava ha asesorado a nuestro equipo, basándose en estudios de la Dra. Sonja Lyubomirsky y María Jesús Álava Reyes, y ha desarrollado una serie de pautas básicas que ayudan a potenciar la felicidad en los más pequeños. Para Silvia Álava “el 50% de la felicidad se debe a factores genéticos, un 10% a las circunstancias vividas, y el 40% a la actividad emocional, que podemos aprender a controlar para ser más felices”. Para poner en práctica las conclusiones de la investigación, los centros comerciales realizarán una serie de talleres para padres capitaneados por el “Comando Felicidad” que explicará, adaptándose a cada edad y necesidad concreta, cuáles son las facetas a potenciar en la educación del niño.
Según Mónica Pinto, Country Marketing Manager de Sonae Sierra, , “con estos talleres no queremos enseñar a los padres a educar a sus hijos, sino darles esas claves que hacen de un niño normal un niño feliz. Los padres en ocasiones no le dan importancia a actuaciones o conversaciones aisladas, pero los niños se quedan con detalles increíblemente pequeños que pueden afectar a su carácter y su desarrollo futuro”. En los talleres para educar en la felicidad, los padres con niños entre 2 y 12 años, descubrirán las 8 claves para potenciar la felicidad de sus hijos en una serie de actividades rotativas que fomentarán la gratitud, amabilidad, trabajo en equipo, hacer actividades con sus hijos, la comunicación o la integridad. Además durante el tiempo que dure la actividad se reproduce un video infantil y didáctico sobre las claves de la felicidad en la infancia y los consejos para potenciarla.
Para aquellos padres que quieran participar, solos o con sus hijos, podrán asistir en las siguientes fechas:mayo: Centro Comercial Plaza Éboli, Madridmayo: Centro Comercial Valle Real, Cantabriamayo: Centro Comercial Max Center, Bilbaojunio: Centro Comercial Dos Mares, MurciaSeptiembre: Centro Comercial Parque Principado, Asturias
centros COMERCIALES de diferentes comunidades autónOmas se unen en un proyecto que DESCUBRE LAS CLAVES DE LA FELICIDAD INFANTIL El 40% de la felicidad se atribuye a lo que hacemos y a lo que pensamos Los niños son un 49% más felices si consiguen sus objetivos por méritos propios Madrid, 20 de mayo de 2010 -
Cinco centros comerciales, pertenecientes a Sonae Sierra, de diferentes ciudades españolas se han unido en la iniciativa “Proyecto Felicidad” para descubrir cuáles son las claves de la felicidad en la infancia. Este proyecto arranca hoy en Pinto, Madrid, en el Centro Comercial Plaza Éboli y, durante los meses de mayo y junio, viajará por los centros comerciales Parque Principado en Asturias, Valle Real en Cantabria, Max Center en Vizcaya y Dos Mares en Murcia.
La psicóloga infantil Silvia Álava ha asesorado a nuestro equipo, basándose en estudios de la Dra. Sonja Lyubomirsky y María Jesús Álava Reyes, y ha desarrollado una serie de pautas básicas que ayudan a potenciar la felicidad en los más pequeños. Para Silvia Álava “el 50% de la felicidad se debe a factores genéticos, un 10% a las circunstancias vividas, y el 40% a la actividad emocional, que podemos aprender a controlar para ser más felices”. Para poner en práctica las conclusiones de la investigación, los centros comerciales realizarán una serie de talleres para padres capitaneados por el “Comando Felicidad” que explicará, adaptándose a cada edad y necesidad concreta, cuáles son las facetas a potenciar en la educación del niño.
Según Mónica Pinto, Country Marketing Manager de Sonae Sierra, , “con estos talleres no queremos enseñar a los padres a educar a sus hijos, sino darles esas claves que hacen de un niño normal un niño feliz. Los padres en ocasiones no le dan importancia a actuaciones o conversaciones aisladas, pero los niños se quedan con detalles increíblemente pequeños que pueden afectar a su carácter y su desarrollo futuro”. En los talleres para educar en la felicidad, los padres con niños entre 2 y 12 años, descubrirán las 8 claves para potenciar la felicidad de sus hijos en una serie de actividades rotativas que fomentarán la gratitud, amabilidad, trabajo en equipo, hacer actividades con sus hijos, la comunicación o la integridad. Además durante el tiempo que dure la actividad se reproduce un video infantil y didáctico sobre las claves de la felicidad en la infancia y los consejos para potenciarla.
Para aquellos padres que quieran participar, solos o con sus hijos, podrán asistir en las siguientes fechas:mayo: Centro Comercial Plaza Éboli, Madridmayo: Centro Comercial Valle Real, Cantabriamayo: Centro Comercial Max Center, Bilbaojunio: Centro Comercial Dos Mares, MurciaSeptiembre: Centro Comercial Parque Principado, Asturias
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jueves, 27 de mayo de 2010
trastornos del sueño
Trastornos del sueño
Existe una diferencia muy sutil entre un problema de sueño y un trastorno del sueño. A menudo, se tiende a considerar un trastorno lo que en realidad es un problema.Un problema de sueño es una insatisfacción (a veces del propio niño, más frecuentemente de los padres o del entorno) con los patrones de sueño que el niño presenta, mientras que los trastornos suponen una alteración de una función fisiológica que controla el sueño. En otras palabras, a veces se tiende a confundir un problema de sueño con un trastorno cuando en realidad se trata simplemente de un patrón de sueño que no responde a las expectativas externas.En cambio, los trastornos del sueño son una anomalía que afecta al patrón de sueño. Son más comunes en niños que en adultos, porque el sueño profundo es más profundo en el caso de los niños y se regula con la edad, por tanto los más pequeños son más propensos a presentar este tipo de trastornos. Por lo general, suelen desaparecer espontáneamente con la edad y en la mayoría de los casos no precisan tratamiento.A continuación veremos cuáles son los trastornos del sueño más frecuentes, por qué se producen y qué podemos hacer al respecto.
Pesadillas
Las pesadillas son quizás el trastorno de sueño más común y frecuente: la práctica totalidad de los niños tiene, o ha tenido, alguna.Se definen comúnmente como “un mal sueño”, una experiencia angustiosa (aunque imaginaria) que causa mucho miedo en el niño y le provoca un despertar completo.La edad a la que puedan empezar es incierta: algunas fuentes indican que es improbable, por no decir imposible, que los bebés puedan tenerlas, y atribuyen el sueño agitado, los movimientos, los pataleos y los gemidos a un mecanismo de control de las fases de sueño que a esa edad todavía es imperfecto. Ciertamente, es más fácil detectarlas en niños algo más mayores, cuya capacidad de lenguaje es suficientemente amplia para poderlas describir.Por lo general, los sueños son el mecanismo del que todos (niños y adultos) disponemos para procesar las emociones y experiencias vividas. Lo mismo ocurre con las pesadillas: muchas veces son la respuesta inconsciente a alguna situación de estrés, a un miedo inexpresado, una experiencia violenta que el niño ha vivido o presenciado, un cambio inesperado o alguna rutina nueva que pueda haberle desestabilizado.A pesar de ser consideradas un trastorno del sueño, en realidad las pesadillas no constituyen un problema. Se estima que 1 de cada 4 niños en edad preescolar (entre 3 y 5 años) tiene, en media, una pesadilla a la semana.Si las pesadillas son recurrentes o no remiten con la edad, es recomendable consultar con un psicólogo para descartar que se deban a un trauma o problema emocional.Las pesadillas ocurren en fase REM, es decir en la segunda mitad de la noche, cuando el sueño es más ligero.Es frecuente que el niño se despierte del todo y parezca desorientado. Además, antes de los 5 años es difícil que consiga distinguir entre sueño y realidad. Para él, lo que ha vivido en sueños es muy real. En ese caso, decirles “eso no es nada” o “solo ha sido un sueño” no servirá para tranquilizarle. Si por ejemplo, ha soñado que le perseguía un fantasma, probablemente no conseguiremos calmarle si nos limitamos a explicarle que ha sido producto de su imaginación y solo se tranquilizará si inspeccionamos con él la habitación (o la casa entera) en busca de fantasmas y demás seres sobrenaturales.Generalmente, es recomendable tranquilizarle y solo después analizar con él lo ocurrido e intentar explicárselo.En realidad no existen técnicas para evitar la aparición de pesadillas; en caso de pesadillas recurrentes, o si el niño tiene miedo a ir a la cama por si tiene un mal sueño, se puede establecer con él un ritual (un hechizo anti-monstruos, un repelente para fantasmas, pactar un final alternativo y feliz para la pesadilla, etc.).
Terrores nocturnos
Los terrores nocturnos no son resultado de ningún trauma ni alteración psicológica o psiquiátrica y en realidad son completamente inofensivos para el niño.En cambio, para los padres, pueden parecer alarmantes: la sensación que dan es que el niño esté teniendo una rabieta en plena noche: se agita, llora, grita, suda, rechaza el contacto físico, puede llegar a sentarse, ponerse de rodillas o de pie y en casos extremos autolesionarse. Los terrores nocturnos pueden aparecer a partir de los 6 meses de edad, especialmente en el caso de bebés de alta demanda, aunque son más frecuentes entre los 2 y los 4 años. Desaparecen, como muy tarde, durante la adolescencia.Se producen en la primera parte de la noche, cuando el sueño es más profundo. En realidad, surgen en la fase de transición de sueño profundo a sueño más ligero. En parte, por tanto, se puede decir que se producen de forma natural, como resultado del proceso evolutivo, aunque algunos factores pueden influir en su aparición o aumentar la frecuencia e intensidad de los episodios: entre ellos, ansiedad a la hora de irse a dormir (angustia de separación), o bien haber mantenido una actividad muy intensa durante el día, el cansancio físico excesivo a la hora de acostarse, fiebre o medicamentos que influyan en el sistema nervioso central.Se dice que son inocuos e inofensivos para el niño, pues al tener lugar durante la fase de sueño profundo el niño no recordará nada al día siguiente; incluso si se le despierta, o llega a despertarse, tras un breve momento de desorientación volverá a conciliar el sueño en breve. Por otra parte, constituyen un episodio angustioso (por lo menos, para los padres), y no olvidemos que es posible que el niño se lesione.¿Qué se puede hacer al respecto? Ante todo, más vale prevenir que curar. Si sospechamos que los terrores nocturnos pueden deberse a un exceso de cansancio físico, sería oportuno intentar que vaya a dormir más relajado, ofreciéndole actividades que no agoten sus fuerzas, evitando acortar o suprimir la siesta antes de tiempo, si es necesario atrasar el horario de la siesta o alargar su duración.Si se producen, es recomendable no cogerles en brazos si rechazan el contacto físico. En ocasiones, es suficiente quedarnos a su lado para tranquilizarlos si se despiertan, impidiendo en todo caso que lleguen a hacerse daño. Supongo que no será necesario decir que jamás se debe culpar o ridiculizar al niño por este motivo.Todas las fuentes que he consultado coinciden en que es preferible no despertar al niño mientras dura el episodio, pues de este modo se rompería el ciclo de sueño e incluso podría llegar a asustarse; sin embargo, algunos recomiendan los despertares programados. Se trata de anotar, durante un tiempo, la hora a la que se ha dormido el niño y las horas en las que tienen lugar los terrores nocturnos, con el objetivo de establecer un patrón. Una vez establecido, se trata de despertar completamente al niño con unos 15 minutos de antelación. En cuanto se vuelva a dormir, no tendrá más episodios durante esa noche. Hay que tener en cuenta que se debería recurrir a esta técnica únicamente en casos extremos, si el niño se lesiona o bien si los terrores nocturnos son muy acusados, frecuentes, intensos o persistentes.
Sonambulismo
Se estima que entre el 10% y el 30% de los niños padece alguna forma de sonambulismo. Si contamos también los que lo padecen en forma leve (agitarse o moverse en sueños o hablar dormidos – somniloquia), el porcentaje es mucho mayor. En la mayoría de los casos, el sonambulismo desaparece con la edad (la proporción de adultos sonámbulos es inferior al 1%).El sonambulismo puede ser incompleto (el niño habla, se sienta, se incorpora en la cama o incluso se levanta pero acto seguido vuelve a tumbarse) o completo (el niño se levanta y empieza a deambular por la casa o a hacer algún tipo de actividad).En muchos casos, el sonambulismo tiene una componente hereditaria, pues es más frecuente que un niño sea sonámbulo si sus padres también lo han sido durante la infancia. Algunos científicos lo atribuyen a una inmadurez del sistema neurológico, más concretamente a un desorden del sistema neurálgico de alerta.Como en el caso de los terrores nocturnos, suele producirse en el pasaje de una fase de sueño más profundo a otra de sueño más ligero.Todos hemos oído, en algún momento, alguna historia de terror sobre los sonámbulos, pero las manifestaciones agresivas son desconocidas en los casos de sonambulismo infantil. Los episodios pueden durar desde pocos minutos a un par de horas, pero a diferencia de las pesadillas y los terrores nocturnos, el niño no siempre está angustiado: en ocasiones puede llorar o gritar, pero a veces simplemente irá a la bañera a darse un baño, o a la cocina a coger un paquete de galletas. Si se le habla, puede contestar, aunque no siempre de forma coherente; generalmente mantiene los ojos abiertos aunque al estar dormido no percibe los obstáculos y si se encuentra con uno tiende a tantearlo.Se puede intentar prevenir actuando como con los terrores nocturnos, tratando de evitar o por lo menos limitar, en la medida de lo posible, un exceso de cansancio físico a la hora de acostarse.Si se produce un episodio, lo más recomendable es intentar reconducir al niño hasta la cama lo antes posible; suele llorar si se le intenta coger en brazos, en ese caso podemos intentar llevarle de la mano o ponernos detrás de él empujándole suavemente por los hombros. En todo caso, es bueno acompañarle para vigilarle y evitar que se haga daño. No es recomendable colocar vallas, rejas y demás sistemas de contención para impedir que salga de la cama, pues el niño puede sentirse atrapado y autolesionarse intentando escapar; en cambio, es aconsejable cerrar la puerta de casa con llave, impedir la apertura de ventanas, limitar el acceso a patios y terrazas y apartar, en la medida de lo posible, los muebles y demás objetos con los que pueda tropezar.Es mejor intentar no despertarle, no por la leyenda urbana según la cual les puede dar un ataque al corazón, sino porque si eso ocurre, el niño se despertará muy asustado y desorientado. Si se despierta, la mejor fórmula es cogerle en brazos y llevarle a la cama, cuando esté más tranquilo intentar explicarle lo que ha pasado.En ocasiones, si mientras deambula se tumba o se queda en posición horizontal, seguirá durmiendo tranquilamente como si nada hubiera pasado: puede quedarse dormido en el suelo, en el sofá o en los lugares más impredecibles; si eso ocurre, al tratarse de una fase de aligeramiento del sueño, es mejor esperar algunos minutos antes de llevarle de vuelta a la cama para evitar que se despierte
.Información de referencia y fuentes utilizadas:
http://neurologia.rediris.es/congreso-1 ... son-1.htmlhttp://www.cuidadoinfantil.net/las-pesa ... tiles.htmlhttp://www.guiainfantil.com/1064/temore ... adres.htmlhttp://www.guiainfantil.com/sueno/problemas.htmhttp://www.bebesymas.com/salud-infantil ... r-nocturnohttp://www.bebesaltademanda.com/index.p ... &Itemid=60http://www.unomasenlafamilia.com/459/pe ... urnos.htmlhttp://www.bebesymas.com/desarrollo/los ... pesadillashttp://www.psicologoescolar.com/ORIENTA ... ambulo.htmhttp://www.cuidadoinfantil.net/que-caus ... antil.html
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Existe una diferencia muy sutil entre un problema de sueño y un trastorno del sueño. A menudo, se tiende a considerar un trastorno lo que en realidad es un problema.Un problema de sueño es una insatisfacción (a veces del propio niño, más frecuentemente de los padres o del entorno) con los patrones de sueño que el niño presenta, mientras que los trastornos suponen una alteración de una función fisiológica que controla el sueño. En otras palabras, a veces se tiende a confundir un problema de sueño con un trastorno cuando en realidad se trata simplemente de un patrón de sueño que no responde a las expectativas externas.En cambio, los trastornos del sueño son una anomalía que afecta al patrón de sueño. Son más comunes en niños que en adultos, porque el sueño profundo es más profundo en el caso de los niños y se regula con la edad, por tanto los más pequeños son más propensos a presentar este tipo de trastornos. Por lo general, suelen desaparecer espontáneamente con la edad y en la mayoría de los casos no precisan tratamiento.A continuación veremos cuáles son los trastornos del sueño más frecuentes, por qué se producen y qué podemos hacer al respecto.
Pesadillas
Las pesadillas son quizás el trastorno de sueño más común y frecuente: la práctica totalidad de los niños tiene, o ha tenido, alguna.Se definen comúnmente como “un mal sueño”, una experiencia angustiosa (aunque imaginaria) que causa mucho miedo en el niño y le provoca un despertar completo.La edad a la que puedan empezar es incierta: algunas fuentes indican que es improbable, por no decir imposible, que los bebés puedan tenerlas, y atribuyen el sueño agitado, los movimientos, los pataleos y los gemidos a un mecanismo de control de las fases de sueño que a esa edad todavía es imperfecto. Ciertamente, es más fácil detectarlas en niños algo más mayores, cuya capacidad de lenguaje es suficientemente amplia para poderlas describir.Por lo general, los sueños son el mecanismo del que todos (niños y adultos) disponemos para procesar las emociones y experiencias vividas. Lo mismo ocurre con las pesadillas: muchas veces son la respuesta inconsciente a alguna situación de estrés, a un miedo inexpresado, una experiencia violenta que el niño ha vivido o presenciado, un cambio inesperado o alguna rutina nueva que pueda haberle desestabilizado.A pesar de ser consideradas un trastorno del sueño, en realidad las pesadillas no constituyen un problema. Se estima que 1 de cada 4 niños en edad preescolar (entre 3 y 5 años) tiene, en media, una pesadilla a la semana.Si las pesadillas son recurrentes o no remiten con la edad, es recomendable consultar con un psicólogo para descartar que se deban a un trauma o problema emocional.Las pesadillas ocurren en fase REM, es decir en la segunda mitad de la noche, cuando el sueño es más ligero.Es frecuente que el niño se despierte del todo y parezca desorientado. Además, antes de los 5 años es difícil que consiga distinguir entre sueño y realidad. Para él, lo que ha vivido en sueños es muy real. En ese caso, decirles “eso no es nada” o “solo ha sido un sueño” no servirá para tranquilizarle. Si por ejemplo, ha soñado que le perseguía un fantasma, probablemente no conseguiremos calmarle si nos limitamos a explicarle que ha sido producto de su imaginación y solo se tranquilizará si inspeccionamos con él la habitación (o la casa entera) en busca de fantasmas y demás seres sobrenaturales.Generalmente, es recomendable tranquilizarle y solo después analizar con él lo ocurrido e intentar explicárselo.En realidad no existen técnicas para evitar la aparición de pesadillas; en caso de pesadillas recurrentes, o si el niño tiene miedo a ir a la cama por si tiene un mal sueño, se puede establecer con él un ritual (un hechizo anti-monstruos, un repelente para fantasmas, pactar un final alternativo y feliz para la pesadilla, etc.).
Terrores nocturnos
Los terrores nocturnos no son resultado de ningún trauma ni alteración psicológica o psiquiátrica y en realidad son completamente inofensivos para el niño.En cambio, para los padres, pueden parecer alarmantes: la sensación que dan es que el niño esté teniendo una rabieta en plena noche: se agita, llora, grita, suda, rechaza el contacto físico, puede llegar a sentarse, ponerse de rodillas o de pie y en casos extremos autolesionarse. Los terrores nocturnos pueden aparecer a partir de los 6 meses de edad, especialmente en el caso de bebés de alta demanda, aunque son más frecuentes entre los 2 y los 4 años. Desaparecen, como muy tarde, durante la adolescencia.Se producen en la primera parte de la noche, cuando el sueño es más profundo. En realidad, surgen en la fase de transición de sueño profundo a sueño más ligero. En parte, por tanto, se puede decir que se producen de forma natural, como resultado del proceso evolutivo, aunque algunos factores pueden influir en su aparición o aumentar la frecuencia e intensidad de los episodios: entre ellos, ansiedad a la hora de irse a dormir (angustia de separación), o bien haber mantenido una actividad muy intensa durante el día, el cansancio físico excesivo a la hora de acostarse, fiebre o medicamentos que influyan en el sistema nervioso central.Se dice que son inocuos e inofensivos para el niño, pues al tener lugar durante la fase de sueño profundo el niño no recordará nada al día siguiente; incluso si se le despierta, o llega a despertarse, tras un breve momento de desorientación volverá a conciliar el sueño en breve. Por otra parte, constituyen un episodio angustioso (por lo menos, para los padres), y no olvidemos que es posible que el niño se lesione.¿Qué se puede hacer al respecto? Ante todo, más vale prevenir que curar. Si sospechamos que los terrores nocturnos pueden deberse a un exceso de cansancio físico, sería oportuno intentar que vaya a dormir más relajado, ofreciéndole actividades que no agoten sus fuerzas, evitando acortar o suprimir la siesta antes de tiempo, si es necesario atrasar el horario de la siesta o alargar su duración.Si se producen, es recomendable no cogerles en brazos si rechazan el contacto físico. En ocasiones, es suficiente quedarnos a su lado para tranquilizarlos si se despiertan, impidiendo en todo caso que lleguen a hacerse daño. Supongo que no será necesario decir que jamás se debe culpar o ridiculizar al niño por este motivo.Todas las fuentes que he consultado coinciden en que es preferible no despertar al niño mientras dura el episodio, pues de este modo se rompería el ciclo de sueño e incluso podría llegar a asustarse; sin embargo, algunos recomiendan los despertares programados. Se trata de anotar, durante un tiempo, la hora a la que se ha dormido el niño y las horas en las que tienen lugar los terrores nocturnos, con el objetivo de establecer un patrón. Una vez establecido, se trata de despertar completamente al niño con unos 15 minutos de antelación. En cuanto se vuelva a dormir, no tendrá más episodios durante esa noche. Hay que tener en cuenta que se debería recurrir a esta técnica únicamente en casos extremos, si el niño se lesiona o bien si los terrores nocturnos son muy acusados, frecuentes, intensos o persistentes.
Sonambulismo
Se estima que entre el 10% y el 30% de los niños padece alguna forma de sonambulismo. Si contamos también los que lo padecen en forma leve (agitarse o moverse en sueños o hablar dormidos – somniloquia), el porcentaje es mucho mayor. En la mayoría de los casos, el sonambulismo desaparece con la edad (la proporción de adultos sonámbulos es inferior al 1%).El sonambulismo puede ser incompleto (el niño habla, se sienta, se incorpora en la cama o incluso se levanta pero acto seguido vuelve a tumbarse) o completo (el niño se levanta y empieza a deambular por la casa o a hacer algún tipo de actividad).En muchos casos, el sonambulismo tiene una componente hereditaria, pues es más frecuente que un niño sea sonámbulo si sus padres también lo han sido durante la infancia. Algunos científicos lo atribuyen a una inmadurez del sistema neurológico, más concretamente a un desorden del sistema neurálgico de alerta.Como en el caso de los terrores nocturnos, suele producirse en el pasaje de una fase de sueño más profundo a otra de sueño más ligero.Todos hemos oído, en algún momento, alguna historia de terror sobre los sonámbulos, pero las manifestaciones agresivas son desconocidas en los casos de sonambulismo infantil. Los episodios pueden durar desde pocos minutos a un par de horas, pero a diferencia de las pesadillas y los terrores nocturnos, el niño no siempre está angustiado: en ocasiones puede llorar o gritar, pero a veces simplemente irá a la bañera a darse un baño, o a la cocina a coger un paquete de galletas. Si se le habla, puede contestar, aunque no siempre de forma coherente; generalmente mantiene los ojos abiertos aunque al estar dormido no percibe los obstáculos y si se encuentra con uno tiende a tantearlo.Se puede intentar prevenir actuando como con los terrores nocturnos, tratando de evitar o por lo menos limitar, en la medida de lo posible, un exceso de cansancio físico a la hora de acostarse.Si se produce un episodio, lo más recomendable es intentar reconducir al niño hasta la cama lo antes posible; suele llorar si se le intenta coger en brazos, en ese caso podemos intentar llevarle de la mano o ponernos detrás de él empujándole suavemente por los hombros. En todo caso, es bueno acompañarle para vigilarle y evitar que se haga daño. No es recomendable colocar vallas, rejas y demás sistemas de contención para impedir que salga de la cama, pues el niño puede sentirse atrapado y autolesionarse intentando escapar; en cambio, es aconsejable cerrar la puerta de casa con llave, impedir la apertura de ventanas, limitar el acceso a patios y terrazas y apartar, en la medida de lo posible, los muebles y demás objetos con los que pueda tropezar.Es mejor intentar no despertarle, no por la leyenda urbana según la cual les puede dar un ataque al corazón, sino porque si eso ocurre, el niño se despertará muy asustado y desorientado. Si se despierta, la mejor fórmula es cogerle en brazos y llevarle a la cama, cuando esté más tranquilo intentar explicarle lo que ha pasado.En ocasiones, si mientras deambula se tumba o se queda en posición horizontal, seguirá durmiendo tranquilamente como si nada hubiera pasado: puede quedarse dormido en el suelo, en el sofá o en los lugares más impredecibles; si eso ocurre, al tratarse de una fase de aligeramiento del sueño, es mejor esperar algunos minutos antes de llevarle de vuelta a la cama para evitar que se despierte
.Información de referencia y fuentes utilizadas:
http://neurologia.rediris.es/congreso-1 ... son-1.htmlhttp://www.cuidadoinfantil.net/las-pesa ... tiles.htmlhttp://www.guiainfantil.com/1064/temore ... adres.htmlhttp://www.guiainfantil.com/sueno/problemas.htmhttp://www.bebesymas.com/salud-infantil ... r-nocturnohttp://www.bebesaltademanda.com/index.p ... &Itemid=60http://www.unomasenlafamilia.com/459/pe ... urnos.htmlhttp://www.bebesymas.com/desarrollo/los ... pesadillashttp://www.psicologoescolar.com/ORIENTA ... ambulo.htmhttp://www.cuidadoinfantil.net/que-caus ... antil.html
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